El pasado mes de julio, los tres
seminaristas que hemos finalizado el quinto curso del Seminario, Jesús, Cándido
y Pepe, nos dirigíamos a Loyola para realizar los ejercicios espirituales de
mes. Con mucha ilusión viajamos al norte de España para tener un tiempo fuerte
de dedicación y encuentro con el Señor, iniciativa que surgió de nosotros
mismos en el contexto de nuestra formación como futuros sacerdotes. Un total de
23 personas, entre ellos sacerdotes, religiosas, laicos y seminaristas,
provenientes de distintas nacionalidades nos reuníamos en la casa de
espiritualidad de Loyola para hacer esta peculiar y especial experiencia
acompañados por el que fue el fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de
Loyola, un santo que se encontró con Dios y dejó a la Iglesia un buen legado
con sus ejercicios espirituales, para acercar a los fieles a tener un encuentro
con Dios y dejarse reubicar y querer por Él.
Durante estas cuatro semanas de
ejercicios espirituales cada uno de los ejercitantes ha tenido su proceso
personal de encuentro con Dios viviéndolo también en fraternidad, como Iglesia
que camina, y que junto al silencio ha podido ir descubriendo cómo el Señor a
través también de las distintas mediaciones que nos va poniendo nos va
confirmando su llamada e invitando a seguirle más de cerca, configurándonos con
sus sentimientos de amor y misericordia para llevar el Amor de Dios a sus
criaturas.
También en este mes, cada semana en
el día de descanso tuvimos la oportunidad de hacer varias excursiones y conocer
la historia, la tradición y la belleza de aquellas tierras de San Ignacio.
Especial fue el viaje al Castillo de Javier para conocer la casa de otro de los
primeros jesuitas y compañero de San Ignacio, San Francisco Javier. Aquí se
custodia el famoso Cristo sonriente del S.XIII. Después visitamos el Monasterio
de Leyre en Navarra. También visitamos en otra semana el Santuario de Nuestra
Señora de Aranzazu, patrona de Guipúzcoa.