lunes, 19 de diciembre de 2016

Oración Vocacional de diciembre 2016



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¿A qué temer, si el amor de Dios está en nosotros? Fue el lema de la oración vocacional del mes de diciembre en el Seminario Diocesano cuyas palabras nos invitaban a sumergirnos en la oración en este tiempo tan maravilloso del Adviento, en el cual nos preparamos para acoger la venida del Señor hecho carne. Es la última oración vocacional de este año 2016 y por eso fue también una oportunidad para que todos los que estábamos presentes diéramos gracias a Dios por su amor para con nosotros en este año y reflexionar sobre nuestra propia vocación, que al fin y al cabo, de una manera u otra, es ser santos. Como dijo San Juan de la Cruz: “al caer de la tarde, se nos examinará del Amor”, por tanto, nuestro deseo es responder a lo que Dios quiere de nosotros con generosidad, entrega y amor. 

En un ambiente musical para poder contemplar a Jesús Sacramentado invocábamos al Espíritu Santo para que nos ayudara a estar bien atentos a las palabras de Jesús. Con la lectura del Evangelio de Juan (15, 12-17) sobre el mandamiento del Amor meditábamos después entre cantos nuestra respuesta a Jesús. Recordamos el Amor que nos tiene Dios, agradecíamos todo lo que nos ha dado el Señor, reconocimos ante Jesús nuestro corazón de piedra para pedirle con insistencia un corazón vivo de carne y entregado, lleno de espíritu, y por último ofrecíamos al Señor nuestra vida entera. Y todo esto cantando la antífona de San Juan de la Cruz: “el alma que anda en amor ni cansa  ni se cansa”. 

Después de esta oración leíamos unas palabras que un joven dirigió a la Asamblea General del Sínodo de los Obispos. Palabras de un laico que iban dirigidas sobre todo a los sacerdotes, y que hacían ver el don del sacerdocio y la necesidad que la humanidad tiene de hombres entregados con fidelidad que comuniquen palabras de vida eterna, que dejen llevar a los demás a Jesús mismo. Y como son pocos los hombres para esta bella tarea de ahí debe surgir la oración insistente por las vocaciones.

Seguidamente le pedíamos al Señor con las preces las necesidades de nuestro mundo y rezamos el Padre Nuestro. Después de la Bendición y la Reserva Eucarística nos dirigíamos con un canto a María para pedir que intercediera siempre por nosotros. 

La comunidad del Seminario, en este tiempo de Adviento, quiere agradecer a todas las personas que siempre nos acompañan y rezan junto a nosotros por las vocaciones. Al final de este año le damos las gracias a Dios por todas las veces que rezáis por nosotros y os esforzáis para poder acompañarnos. Y no solo orar, sino también hacer una gran familia como es la de nuestro Seminario, familia formada por tantas y tantas personas que siempre nos tienen en su corazón. Que Dios os bendiga. Feliz Pascua y Feliz Año 2017.

Seminario Diocesano

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