Del 27 de noviembre al 5 de
diciembre de 2017 los tres nuevos diáconos junto a nuestro Rector del Seminario
pudimos disfrutar y vivir la Peregrinación a Tierra Santa, gracias a la oportunidad
que nos brindaba la empresa PERTUR fuimos invitados en un viaje de prospección,
y que junto a otras 20 personas de distintos puntos de España pudimos compartir,
entre ellos un gran número de sacerdotes, dos matrimonios y dos religiosos. Sin
duda para nosotros ha sido un viaje muy especial, apenas pasadas tres semanas
de nuestra ordenación de diáconos, la disposición que llevábamos era de una
gran ilusión y alegría de vivir una peregrinación tan importante como es visitar
la tierra de Jesús, el Hijo de Dios, la tierra donde se llevó a cabo el
maravilloso plan de salvación de Dios.
Desde que todos nos conocimos en
el Aeropuerto de Madrid esos días estuvieron llenos de vivencia comunitaria, de
oración, de mucho aprendizaje, y ante todo, de expectación y sorpresa por lo
que aquellos lugares significan para nosotros. Los tres primeros días de la
peregrinación estuvieron centrados en la conocida región de Galilea, al norte
de Israel, el lugar donde Jesús se crió y después llevó a cabo casi todo su
ministerio a orillas del lago de Galilea. Lo primero que hicimos fue visitar
las fuentes del Río Jordán en Banias (Cesarea de Filipo) donde todos renovamos
nuestras promesas bautismales. Luego visitamos Haifa, Acre, Séforis, Caná de
Galilea, el Monte Tabor, Cafarnaún, Tabga, el monte de las bienaventuranzas, el
Lago de Tiberíades y Nazaret.
Después de estos días en Galilea
cruzamos el país de Israel de norte a sur para llegar a la región de Judea que
tanto nos habla la Biblia. La primera parada fue en Belén donde peregrinamos a
la Basílica de la Natividad con la gruta del Nacimiento, el Pesebre, las
Capillas de San José y San Jerónimo y la Iglesia de Santa Catalina. Al día
siguiente visitamos el campo de los pastores y el lugar de nacimiento de Juan
Bautista y de la Visitación de María a su prima Isabel, en Ein Karem.
Nos acercábamos ya al culmen de
nuestra peregrinación con la visita a la ciudad Santa de Jerusalén. Comenzamos
con un bello recorrido paronámico por la ciudad nueva pasando por el Parlamento
del Estado de Israel y la Menorah de Bronce. A lo largo de esos días fuimos a
Betfagé, lugar según el evangelio desde donde salío Jesús montado en un borrico
camino de Jerusalén recordando el Domingo de Ramos, después el Monte de los
Olivos para visitar el lugar de la Ascención, la Iglesia del “Dominus Flevi”
con las vistas paronámicas de la ciudad santa y el valle de Josafat o torrente
Cedrón, el huerto de Getsemaní, la Basilica de la Agonía, la Gruta del
Prendimiento e Iglesia de la Asunción, donde se venera la tumba de la Virgen.
También visitamos el Monte Sión para ir a la Iglesia de San Pedro in Galicantu,
el Cenáculo, lugar de la Última cena de Jesús y de algunas apariciones después
de resucitar, aquí los sacerdotes y diáconos renovamos nuestras promesas, la
Basílica de la Dormición y por último la visita al muro de las lamentaciones,
lugar santo de los judíos, recorriendo a su vez la ciudad vieja de Jerusalén.
Otro de los días estuvo centrado
en la visita a los lugares cercanos al mar muerto, así visitamos Jericó,
Massada, el Mar Muerto, Qumrán y Betania, donde se recuerda el milagro de
Lázaro. Nuestra peregrinación acababa con la visita a los lugares más
importantes de Jerusalén como fue el recorrido de la Vía Dolorosa, terminando
en la Basílica del Santo Sepulcro, donde también se visita el Calvario, la
Cripta de Santa Elena, la tumba de Jesús y el lugar de su Resurrección.
No se puede describir con palabra
para lo que a cada uno de nosotros ha supuesto esta peregrinación, aun así
todos coincidimos en que ha sido un viaje especial donde hemos ido al encuentro
de la tumba vacía, del Señor Resucitado, han sido días de encuentro con él a
través del grupo de peregrinos y responsables del viaje. Hemos podido ver como
mucha gente dice el “quinto evangelio”, es decir, la Tierra de Jesús, que nos
habla de Él mismo y de su tiempo, saborear esos lugares para nosotros es una riqueza
espiritual que nos ayudará a enriquecer a aquellas personas que se nos
encomienden. Le damos las gracias a los que han hecho posible esta maravillosa
peregrinación, a Viajes PERTUR y a cuantos fueron nuestros compañeros de
camino, y a todos deciros que merece la pena esta peregrinación. Seguid rezando
por nosotros, y sobre todo por la paz en Israel.
Pepe Navarrete, seminarista y diácono