El pasado lunes 22 de febrero comenzaron las Jornadas de Santo Tomás en el Seminario Diocesano de Jaén. Este año, debido a las circunstancias de la pandemia de COVID-19, por primera vez se harán exclusivamente de forma online.
La primera conferencia versó sobre la acción social y caritativa de la Iglesia en España, presentada por Monseñor Atilano Rodríguez Martínez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara y presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española.
Tras una breve introducción por parte de D. Juan Francisco Ortiz González, Rector del Seminario Diocesano, nuestro Obispo D. Amadeo abrió las jornadas recalcando la excepcionalidad de la situación provocada por la pandemia y encuadrándolas en el Plan Pastoral Diocesano de Pastoral de este año, dedicado a caridad. D. Amadeo hizo un especial hincapié en la necesidad de fomentar de un modo activo la caridad, que es la gran virtud, y a la vez expresión de nuestra fe y de nuestra esperanza. Termino animando a todos a participar en cada una de las ponencias.
Tras las palabras de nuestro Obispo, y la presentación del ponente a cargo del Vicario General, D. Francisco Juan Martínez Rojas, D. Atilano felicitó a la iglesia de Jaén por el Plan Pastoral Diocesano, y nos presentó su ponencia, tomando como referencia el Informe que la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana, presentó el pasado 17 de noviembre a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, sobre la situación social actual como consecuencia de la pandemia que estamos viviendo.
Ofreció en primer lugar un análisis de las consecuencias que la pandemia está provocando en los sectores más frágiles de nuestra sociedad, incidiendo en tres graves síntomas: la limitación de derechos, el incremento de la desigualdad en la sociedad y la desvinculación de la moral. La desigualdad, que ya era importante antes de la pandemia, se está viendo agravada, sobre todo, por el desempleo y la reducción de ingresos, que afecta a muchos, pero de forma especial a los que ya carecían de ellos o estaban en la economía informal. En un país como el nuestro, donde el sector turístico es tan importante, la crisis está provocando una caída en cadena de empresas dependientes del turismo, con las consiguientes consecuencias en el desempleo, en la vivienda, la salud física y emocional, el debilitamiento de las redes de apoyo después de la primera ola y la brecha digital que aleja aún más a los más perjudicados. Nos recordó los grupos más afectados por esta situación: los refugiados y migrantes, las personas sin hogar o con viviendas inseguras, las víctimas de la trata, los presos, los profesionales de la marina mercante y de pesca, los transportistas, los feriantes y circenses, y los gitanos.
En segundo lugar, presentó la respuesta que la Iglesia está ofreciendo a estas situaciones: atención y ayuda material de primera necesidad; acompañamiento integral, muchas veces gracias a las redes sociales, a los más necesitados con formación y ayuda al empleo, y también apoyo afectivo y espiritual. Don Atilano reconoció un importante aumento de donativos y sobre todo de voluntarios de muy diverso origen social y religioso, recordó la necesidad del trabajo en red, coordinando los distintos organismos eclesiales que atienden las distintas situaciones de necesidad y señaló las iniciativas que se han llevado a cabo con los sectores más afectados señalados anteriormente.
En tercer lugar, ante la incertidumbre que se avecina, y el posible agravamiento de las dificultades, el ponente hizo un llamamiento, primero a redescubrir la caridad y promoverla en la comunidad cristiana, que atañe no sólo al grupo de cáritas, sino a todos y a cada uno de los cristianos; segundo a resituar la caridad en su íntima relación con la Evangelización y con la Celebración y tercero a no olvidar las nuevas pobrezas: migraciones, no nacidos, migrantes, trata y cuidado de la naturaleza que requieren también más voluntarios para atenderlas.
Termino Don Atilano invitándonos por un lado a poner un esfuerzo especial en la formación del corazón para poner a los pobres, los miembros de cáritas y los voluntarios en contacto con el Señor, de quien nace el amor y por otro a aunar esfuerzos entre todas las delegaciones y organismos diocesanos que atienden las diferentes situaciones de necesidad.
El martes 23 de febrero se celebró la segunda conferencia de las XXXIII Jornadas de Santo Tomás, a cargo de D. Francisco Juan Martínez Rojas, miembro del Claustro de profesores del seminario, Vicario General de la Diócesis y Deán de la S.I. Catedral.
D. Francisco Juan comenzó resaltando que el ejercicio de la caridad es hacer presente el amor de Dios en la contingencia de la historia del ser humano. El hacer de la iglesia consiste en convertir la historia en Historia de la Salvación, mediante el ejercicio de la fe, la esperanza y, sobre todo, la caridad. Hay dos vías de credibilidad para acceder a la Iglesia y para creer ella: la vía de la santidad y la vía significativa (o vía de la caridad).
A través de un exhaustivo repaso desde la Edad Antigua, el conferenciante puso el punto de partida de su exposición en el siglo IV, en el que tenemos el primer documento histórico de nuestra tierra con el Concilio de Elvira, en cuyos cánones se menciona ya la defensa de los esclavos, la defensa del valor sagrado de la vida (ya desde el seno materno), la obligación moral de cuidar a las personas mayores, sobre todo si estaban enfermos, y alertaba contra la indefensión y el desamparo de los niños frente a la posible corrupción de los adultos, con penas muy duras ante determinados delitos.
Prosiguió con el monacato del período visigodo, donde los monasterios se irán convirtiendo también en centros de acogida para los peregrinos, centros de refugio en los momentos de guerras e incluso centros médicos. La Edad Media para Jaén supuso un cristianismo de frontera, es decir, de inseguridad, guerras y cautiverios, que originaron un nuevo modo de ejercer la acción social y caritativa mediante la redención de cautivos, sobre todo por parte de los Mercedarios y los Trinitarios. También se desarrolló en esta época la asistencia a enfermos, a mendigos y a niños expósitos.
La Edad Moderna trajo consigo la especialización de los hospitales, medidas para combatir la usura, acciones caritativas de las Cofradías y la labor asistencial que hicieron altos cargos eclesiales, entregando parte de sus rentas a los pobres. Y en la Edad Contemporánea, marcada por la desamortización, la acción social de la Iglesia tendrá como uno de sus cauces prioritarios la enseñanza confesional, así como aparición del catolicismo social, y ya en el siglo XX, la aparición de lo que se podría llamar ya una caridad organizada con las Conferencias de San Vicente de Paúl y Cáritas, que desde hace más 60 años es la Iglesia que ejerce la caridad.
Finalizaba su ponencia D. Francisco Juan haciendo referencia a la carta pastoral de nuestro Obispo para el inicio de este curso, donde D. Amadeo indicaba que “como Iglesia necesitamos siempre una conversión a la caridad, pues la caridad sella la totalidad de la experiencia cristiana”.
El miércoles 24 de febrero se celebró la tercera y última conferencia de las Jornadas de Santo Tomás del Seminario Diocesano, con una mesa redonda sobre el presente y el futuro de la Acción Social en la Diócesis de Jaén. La mesa fue coordinada por D. Juan Raya Marín, Vicario Episcopal de Caridad y Acción Social, y en ella participaron miembros de los diversos sectores que conforman la vicaría.
D. Juan hizo una introducción centrándose en la caridad como piedra angular de nuestra Iglesia, y recordando que el primer objetivo de la acción caritativa es evangelizar desde la caridad. Resaltó que Jesucristo vino a servir y no a ser servido, una actitud que debe ser imitada por sus discípulos. La acción caritativa que hace la Iglesia se convierte en un factor de verificación y de credibilidad del mensaje que propone. D. Juan nos recordó también que el ministerio de la caridad se integra en cada comunidad cristiana, donde palabra, culto y caridad no pueden caminar como acciones independientes, sino de una forma integral.
A continuación, dio paso a los representantes de las distintas áreas. Comenzó por Dña. Sonia Quirós López, miembro del Equipo de Animación en el Territorio, de Cáritas Diocesana, que presentó la tarea del equipo, integrado por cuatro personas. Acompañan a unos 150 equipos de Cáritas parroquiales, además de a los 9 equipos interparroquiales. Su tarea es la formación, para brindar las herramientas necesarias para servir a los más necesitados. Han puesto en marcha el Plan de Formación continua. Se encargan del acompañamiento a los voluntarios, el apoyo a los párrocos, la ayuda a los equipos para ser verdaderos animadores de la comunidad. Intentan dinamizar la caridad, profundizar en la oración y renovar los equipos parroquiales.
Le siguió Don Antonio José Díaz Román, del Programa de Empleo, que presentó un PowerPoint con datos muy significativos del trabajo que se realiza en esta área. Su objetivo es que la gente encuentre un empleo. Para ello trazan itinerarios de inserción sociolaboral personalizados. También se dan cursos de formación y diferentes talleres. Disponen también de un programa de inserción de la mujer al entorno laboral y de un proyecto de intervención con personas inmigrantes.
El siguiente turno fue para Don Joaquín Rafael Robles, de la Pastoral de la Salud, quien compartió las diversas actuaciones de esta pastoral, que incluyen varios campos como PROSAC (Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos), la Hospitalidad de Lourdes, el acompañamiento en el duelo, los procesos de formación, o el grupo de visitadores de enfermos de la parroquia.
Después Don José Luis Cejudo, del Secretariado de Pastoral Penitenciaria, recalcó la difícil situación de los presos y la necesidad que tienen de ser queridos y de que se rece por ellos. El equipo de esta pastoral ha impartido cursos que también han servido para establecer una mayor cercanía con los presos, haciendo así a la Iglesia más presente en la complicada realidad de la prisión. Otras de las actividades que se realizan en esta pastoral han tenido que ser suspendidas provisionalmente debido a la actual situación de pandemia.
Finalizó la mesa Don Jesús Castro, del Secretariado de Migraciones, que se encarga de crear algunas líneas de actuación o proyectos para los migrantes y refugiados y animar a la Diócesis en la acogida de estas personas. Señaló tres ámbitos: las migraciones en general, la trata de personas y los menores o jóvenes migrantes extutelados. Dentro de las actividades y servicios que se recogen en este Secretariado, se encuentran la Jornada del Migrante, el Servicio de Atención al Temporero, la regularización de personas migrantes, la oración interreligiosa, el Círculo de Silencio -que no es exclusivo del Secretariado pero que es animado por éste, se trata de un trabajo en red con muchas asociaciones que luchan por la defensa de las personas migrantes y refugiadas- o la Casa de Acogida “Nuestra Buena Madre” -destinada a personas sin hogar y personas migrantes-.
La mesa redonda finalizó con unas últimas palabras de D. Juan Raya, tras las cuales el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, agradeció la participación a todos los representantes, a la vez que los animó a seguir trabajando, y señaló la importancia de que esta realidad se integre también en la formación de los Seminaristas.
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