La Eucaristía la celebramos en la capilla del Seminario junto a todo el equipo de formadores y todos los seminaristas mayores y menores. D. Fernando presidió la Eucaristía. En el momento de la homilía nos animó y exhortó a seguir nuestro discernimiento vocacional con la mirada fijada en Cristo. Nos habló que los textos de la Sagrada Escritura de la celebración contenían tres bellas perlas para nuestra reflexión: una promesa, un testimonio y una vida entregada.
Al acabar la celebración de la Misa nuestro Obispo D. Ramón del Hoyo se unió a todos nosotros en la cena donde nos presentó al sacerdote y mostró su cariño a D. Fernando por la labor que está haciendo en Roma y en la Iglesia. El Obispo también estuvo presente en la charla que D. Fernando nos dió en nuestra sala de reuniones. Fue aquí donde D. Fernando quiso hacer, con mucha humildad, el énfasis en nuestra formación como futuros sacerdotes. A partir del texto de 1 Pe 5, 1-4 donde el apóstol Pedro dirigía a los presbíteros de la comunidad de esa carta, D. Fernando iba destacando cuáles deberían de ser las características de un pastor que se entrega a su comunidad. De la misma manera nos advirtió de los peligros y tentaciones que podremos encontrar en el ministerio sacerdotal y que ya desde el Seminario podemos ir trabajando juntos. Fueron unas bellas palabras que nos conmocionaron, palabras llenas de entusiasmo y de mucha reflexión. Al acabar nos dio la oportunidad de hacerle preguntas y dialogar con él.
Finalmente el Obispo agradeció la visita de D. Fernando a nuestra comunidad y el delegado de comunidad en nombre de todos los que formamos la familia del seminario le entregó un regalo como símbolo de agradecimiento por su visita y charla. De nuevo agradecemos a D. Fernando sus disponibilidad y entrega, su cariño para con nosotros y el Seminario de su diócesis natal. Desde la oración seguimos caminando juntos y rezamos por su labor pastoral en Roma. Gracias de corazón.