Con una procesión claustral de la imagen de la Inmaculada de Pedro Duque del siglo XVIII, porteada por miembros de la Cofradía de la Buena Muerte, dio inicio la Eucaristía, en la Santa Iglesia Catedral de Jaén, en la Solemnidad de la Inmaculada, que estuvo presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, y concelebrada por un numeroso grupo de sacerdotes diocesanos y miembros del Cabildo Catedral.
Homilía
El Pastor diocesano quiso iniciar su homilía con la jaculatoria “Ave María Purísima”, que fue respondida al unísono por los presbíteros congregados, “Sin Pecado Concebida”. A continuación se refirió a las palabras del Evangelio ‘Porque para Dios nada hay imposible’ para afirmar que “para el amor de Dios en favor nuestro, para la salvación de Dios en favor nuestro, nada, nada hay imposible”.
“Esa nueva alianza de Dios con los hombres llega con una mujer, que recuperara la luz, vestida de sol, libre de toda mancha de pecado original, que recuperara la condición de imagen pura y limpia”.
En este
sentido, el Prelado diocesano afirmó “La primera brecha contra el pecado la abrió
María, y ese caparazón, que nos aleja de Dios, lo quitó Jesús con su
resurrección. Todos estamos dotados, por el bautismo, de esa luz en nosotros,
de esa presencia de Dios en nosotros, pero tenemos que ir reconociendo esa
acción de Dios en nuestra vida e ir poco a poco fraguando esa luz de nuestra
sabiendo, eso sí, que nuestra esperanza es ser hombres y mujeres de luz, en la
luz eterna de Dios, de la que podremos participar todos nosotros”.
Dirigiéndose
a los seminaristas les dijo, “Que miréis
a Cristo Jesús y os dejéis revestir siempre de la luz y de la verdad de Jesús,
y hoy miréis a María y veáis que eso es posible”. Y les animó a decirle al Señor
lo que reza el Salmo 15 «Tú eres mi bien. El Señor es el lote de mi
heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano».
Rito admisión de las Sagradas Órdenes
Al finalizar la homilía, Cándido García, seminarista de quinto curso y Andrés Aldarias y Miguel Conejero de cuarto recibían, de manos del Obispo, la admisión a las Sagradas Órdenes. Acompañados y arropados durante la celebración de sus familiares, amigos, compañeros y formadores del Seminario, y de las comunidades parroquiales de San Miguel de Andújar, de El Salvador de Baeza y de la Natividad de Nuestra Señora de Villanueva de la Reina a las que pertenecen los jóvenes.
Los tres seminaristas se arrodillaron ante el Obispo quien les preguntó públicamente «¿Quieres, respondiendo al llamado de Dios, continuar preparándote debidamente, de tal manera que te hagas apto para recibir en el momento oportuno el orden sagrado y puedas así desempeñar con dignidad el ministerio que la Iglesia te confía?», a lo que los tres respondieron con un rotundo sí.
La
celebración eucarística concluyó con el canto de la Salve, tras la que los
seminaristas y su familias se hicieron una foto de familia presidida por el
Obispo de la Diócesis.
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