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viernes, 3 de noviembre de 2017

Oración vocacional del mes de noviembre y vigilia de oración por los que iban a ser ordenados diáconos



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Yo os he elegido a vosotros” (Jn 15,16)

Con estas palabras del Señor nos reunimos el pasado viernes 3 de noviembre en la capilla mayor del seminario para orar por las vocaciones al sacerdocio ministerial y de manera especial por los tres diaconandos: Jesús María, Cándido y Pepe que iban a ser ordenados en la Catedral por manos de nuestro obispo D. Amadeo Rodríguez.

La oración comenzó con la exposición del Santísimo abriendo nuestros corazones a su voz y con el deseo de tener un encuentro personal con Él. Nuestro vicerrector D. Juan Carlos proclamó el evangelio sobre la vid y los sarmientos (Jn 15,5-16), que nos recordaba que sin Jesucristo no podemos hacer nada y a la vez que es Él el que nos eligió y no nosotros a Él, y nos envió a evangelizar para que vayamos y demos fruto y que nuestro fruto permanezca de modo que todo lo que pidamos en su nombre, el Padre nos lo conceda. 

A continuación tras un rato de silencio para interiorizar el evangelio proclamado, nuestro hermano Pepe dio su testimonio vocacional de manera sencilla, destacando cómo el Señor se fijó en él y le llamó a la  edad de 15 años, a través del trato con los pobres en cáritas y pronto se decidió a entrar en el seminario Menor S. Juan de Ávila de nuestra diócesis para pasar luego al seminario Mayor de la Inmaculada y S. Eufrasio también de nuestra diócesis del Santo Reino.

Seguidamente contemplamos el lavatorio de los pies que Jesús hizo a sus apóstoles como ejemplo de servicio y de amor a los hombres, escuchando a la vez la canción del grupo Gen Verde: “ vive hoy aquí”. Continuamos pidiendo al Señor por la Iglesia, el Papa, nuestro obispo Amadeo, por los consagrados para que sean muy fieles a su carisma. También para que suscite abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada especialmente en nuestra diócesis. Además por los matrimonios y jóvenes que habiendo escuchado la llamada del Señor no tienen suficiente valor para dar el paso al que el Señor les invita. Y finalmente por nuestro Seminario Diocesano y nuestras parroquias para que sean escuela de fraternidad y servicio humilde a imagen del Buen Pastor y que nunca dejen de ser sarmiento vivo que dé frutos abundantes para el anuncio de la Buena Noticia y el servicio a los hermanos.
Muy agradecidos a todos los que nos acompañaron con su presencia y oración y a los que no pudieron estar entre nosotros pero que también se unieron a nosotros en la oración desde sus trabajos.

Cándido García, seminarista